
Que se acaben las guerras, que todo el mundo tenga algo para comer todos los días, que la gente aprenda a vivir con los demás sin necesidad de violencia ni insultos y sobresaliente en todo.
GRACIAS
Un sábado por la tarde-noche, estaban jugando el Madrid contra el Barca. Entonces decidí llevarme a Orejitas al salón a ver el fútbol para ver qué hacía. Le senté en el sofá al lado mío y de mi madre con un paño debajo para que no manchase el sofá.
Después de que pasara un rato, Sergio Ramos hizo una jugada, después le pasó el balón a Van Nistelrooy para que marcase un gol, pero se lo paró Valdés.
Al final Sergio Ramos marcó un gol gracias al pase de Van Nistelrooy, y mi conejo se alegró porque marcó su ídolo.
Un día en la calle pasó un niño,
le dio pena de él
y le trajo un bocadillo y una
botella de vino.
El hombre, agradecido,
le dio un cuaderno
con unas historias que había escrito.
El niño las escribió en un libro
y fue el libro más leído del mundo.
Había una vez un niño que tenía un dragón, un día salió a jugar con él a la calle y se le perdió.
Al día siguiente fue a llamar a sus amigos y les dijo que si habían visto a su dragón y sus amigos le dijeron que no.
Al cabo de unos días vio algo detrás de un coche, fue a verlo pero no era su dragón. Le entró mucha pena porque era uno de sus juguetes preferidos.
Un día el niño le dijo a sus padres que se le había perdido el dragón, no se lo había dicho antes porque se lo habían regalado ellos una vez que estuvo enfermo y sus padres le tenían mucho cariño al juguete, pero ahora tenía
que decírselo.
Pasó el tiempo y no se encontró, pero el niño no pasaba un día en el que no pensara en su querido dragón y en su interior nunca perdía la esperanza de que un día aparecería en donde fuese, se sentía muy triste y deseaba con
fuerzas volver a tenerlo con él.
Los padres viendo su tristeza le compraron otro igual y el niño se lo agradeció a sus padres pero pidió que lo devolvieran puesto que él quería el suyo porque este se lo compraron para sustituir al otro que se había perdido, pero el otro tenía el significado de que se lo habían regalado por estar enfermo.
Llevaba desde chico con él y le tenía cariño.
A las tres semanas fueron a ver a unos tíos suyos que no veía muy a menudo porque vivían muy lejos.
Después de llevar tan sólo diez minutos en casa de sus tíos le dijo su tía:
-¡Ah! Álvaro, tu primo se trajo el otro día cuando estuvimos en tu casa tu dragón entre sus juguetes sin darse cuenta y te lo he guardado dentro del mueble para que no se perdiera porque sé que le tienes mucho afecto y no quería que tu primo, siendo tan pequeño pudiera rompértelo, aquí tienes.
El niño cogió su dragón entre sus brazos y rió alegremente dándole un gran beso a su tía por lo feliz que era en esos momentos.
Desde aquel día nunca se separó de él y nunca más volvió a perderlo de vista cuando salía a la calle y tampoco cuando venía su primo a visitarles.
Abraham
Cuando Mike era pequeño vivía en un pueblo en los alrededores de Madrid y todas las tardes, además de jugar siempre iba a ver la tele del bar de su padre en la que casi siempre echaban películas de miedo en las que habían desapariciones en ferias. Pero lo que a él verdaderamente le llamaba la atención era la noria.
Poco después de ver esas películas fue a Madrid a la boda de su tía Mariana. Cuando estaba llegando vio a lo lejos una gran noria y preguntó si podrían ir a ella antes que a la boda, puesto que la celebración era por la noche. Al momento de llegar allí un hombre con pinta de loco les dijo que estaba averiada.
Después de estar toda la tarde buscando a un mecánico para arreglar la noria su padre les dijo que era hora de irse a la boda. Cuando iban entrando a la iglesia se dio cuenta que en el coche del novio había un cartel en el que decía que era mecánico.
Al finalizar la boda le preguntó al novio si podría arreglar la noria y le dijo que después iría a echarle un vistazo.
Al llegar a la feria todos empezaron a montarse en las atracciones mientras el novio arreglaba la noria. Pasado el tiempo se dieron cuenta de que desde que el novio entró en la caseta de la maquinaria de la noria no había aparecido. Al momento todos empezaron a buscarle.
Poco a poco iba desapareciendo más gente. Entonces Mike se dio cuenta de que la última vez que vio la puerta de la maquinaria, estaba cerrada. Al final se decidió a entrar, vio al novio y a toda la gente que había desaparecido. Entonces observó que la puerta se cerraba y que el hombre con pinta de loco iba hacía él. En ese momento se armó de valor y se dirigió hacia el hombre e intentó empujarlo, pero el hombre lo esquivó. Gracias a que el suelo estaba mojado se resbaló y mientras caía se golpeó con un palo en la cabeza y Mike los salvó a todos.
Desde aquel día su nieto tuvo varias pesadillas por temor a que le pasase lo mismo en la feria.
Érase una vez una niña llamada Noelia, a la que llamaban Caperucita Dorada. Iba una vez por semana a ver a su abuela. Un día llegó a casa de su abuela y vio toda la casa llena de dinero, lo metió en su mochila y se fue, comiéndose el pastel que era para su abuela.
Exclamaba por el camino:
- ¡Soy rica!
Cuando llegó a su casa, metió la mochila debajo de la cama. Al día siguiente, su madre, fregando la habitación, se resbaló y se hizo mucho daño. En ese momento, se fueron al médico, quien le dijo:
- Usted se ha roto la tibia y el peroné.
La madre le dijo que no tenía seguridad social, la niña saltó diciendo que tenía dinero ahorrado.
La madre le preguntó:
- ¿De dónde lo has sacado?
- Llevo ahorrándolo toda la vida -dijo la niña.
Al cabo de tres meses, la madre, fregando la habitación de Noelia, se encontró la mochila con el dinero dentro.
Cuando llegó Caperucita Dorada del colegio, entrando por la puerta, se encuentra un guantazo.
La niña le preguntó a su madre:
- ¿Por qué me pegas?
- ¿Por qué le has robado el dinero a tu abuela?
- ¿Cómo lo sabes? -preguntó la niña.
- Porque tiene el nombre grabado en los billetes –le dijo la madre.- Este dinero se lo devolvemos a tu abuela y tú, jovencita, estás castigada todo el año.
Y colorín dorado este cuento se ha acabado.
Pablo
Mamá foca estaba muy contenta, su bebé estaba a punto de nacer.
Fue un bebé pequeñito y blanco que cuando nació todos le querían. Su papá quería enseñarle a nadar y a cazar.
Cuando Roberta, que así se llamaba la foca, fue lo suficientemente grande su papá la llevó por primera vez a nadar; pero cuando Roberta vio el agua se asustó y se escondió detrás de una roca.
Sus padres estaban decepcionados y sus amigos ya no se querían juntar con ella por eso. Entonces decidió irse de casa, por el camino se encontró con un león marino llamado Juan y con un pez llamado Andrés. Le preguntaron a Roberta que qué le pasaba y ella les contó todo. Entonces decidieron ayudarle.
Estuvieron mucho tiempo ayudándole, pero al final lo consiguieron. Entonces Roberta decidió volver a casa.
Se lo enseñó a sus padres y se quedaron muy contentos. Luego a sus amigos, que quedaron asombrados y a partir de ahí se empezaron a juntar con ella y ya nunca se separaron.
Cristina López