jueves, 20 de diciembre de 2007

Queridos reyes magos

Hola, este año no voy a pedir cosas materiales. Lo que quiero este año es esto:
Que se acaben las guerras, que todo el mundo tenga algo para comer todos los días, que la gente aprenda a vivir con los demás sin necesidad de violencia ni insultos y sobresaliente en todo.

GRACIAS

Andrea

miércoles, 19 de diciembre de 2007

A los Reyes Magos de Oriente

Queridos Reyes Magos:
Me gustaría que en el próximo año 2008 no hubiese hambre; que todos tengan agua, animales, que puedan cultivar y hacer su propio pan y que los niños puedan ir a la escuela; que no haya guerra y haya paz en todo el mundo; que no haya cambio climático, lluvias, terremotos, inundaciones, incendios y demás catástrofes.

Quiero que los niños tengan regalos, que tengan su propia casa en la que puedan ser felices y que tengan ropa.

Y también deseo que haya amor y salud en todas las familias.

Sin más, se despide
Irene

Carta para los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

Este año me he portado muy bien, así que os voy a pedir cosas, pero no juguetes, libros o cosas de esas. Os voy a pedir cosas como:

Que no haya asesinatos, que la gente se respete a sí misma y a todas las otras personas, que comparta, que no haya guerras, que no se pase tanta hambre, que no haya tanta contaminación, que no haya tantos animales en peligro de extinción, que no haya racismo; también espero que inventen vacunas para todas las enfermedades, que cuidemos la naturaleza...

Bueno, mi carta aquí se acabó, el próximo año os escribiré otra.
Un saludo de
Javier

Queridos Reyes Magos


Deseo que no haya hambre en el mundo, tampoco quiero que haya tristeza ni pobreza.

Quiero que todos los niños y niñas del planeta tengan buena salud y a toda su familia cerca.

En fin, que no haya tristeza.

Un abrazo y un gran beso de
Berta

Querido Papa Benedicto XVI


Te envío esta carta para pedirte deseos.

Mis deseos para el próximo año son los siguientes:

Yo quisiera que hubiese paz en el mundo, que no haya pobreza, que deje de haber guerras, que haya igualdad de género, que no exista ninguna clase de maltrato y que no tengamos escasez de agua ni de comida.

Bueno, hasta el próximo año, un beso y un abrazo.

Carlos

domingo, 16 de diciembre de 2007

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

Quiero pediros a parte de mis regalos estos deseos:


Paz para todo el mundo.
Felecidad.
Que todos los niños que existen tengan regalos.
Que no haya guerra.

Espero que todos mis deseos se cumplan.

Un fuerte abrazo.
Patricia

viernes, 14 de diciembre de 2007

Charla-Coloquio de Blanca Álvarez

Ayer, día 12 de diciembre, vino una escritora llamada Blanca Álvarez que nos contó un poco de su vida.

Nos explicó su último libro publicado, llamado “Una tropa de hermanos”. Es asturiana, de pequeña quería ser pirata. Estudió filología española y derecho, además, le ofrecieron ir a África, y aceptó, nos contó mucho sobre aquel continente.

Ganó el premio internacional de Poesía Erótica Cálamo. Luego, se dedicó a la literatura infantil, por lo que le concedieron el premio Ala Delta en 2.002.

A nosotras nos gustó, pues lo que contaba era bastante interesante. Nos pareció simpática en algunas cosas, y en otras no tanto.


Patricia
y
Mª Cristina

Queridos Reyes

Para el año 2008 quiero paz, no quiero guerra.
Quiero que se lleve toda la gente bien para ser todos felices.
Quiero lo que necesita el mundo para que haya menos sufrimiento.

Mi opinión sobre la charla de Blanca Álvarez

Ayer día doce de diciembre vino al colegio Octavio Augusto la escritora Blanca Álvarez.
Nos explicó muchas cosa sobre su vida y también de África.

Por ejemplo: que de pequeña quiso ser pirata, que a un país de África mandaron un montón de vacunas para la polio y murieron el 95% de los niños vacunados por que las vacunas estaban caducadas, etc.

A mí me cayó bien porque se rio de los progamas de televisión, hasta los imitó. Bueno me cayó bastante bien hasta que nos dijo que no le gustaba Harry Potter, ni Sé lo que hicisteis...
Por eso no me cayó del todo bien.

Carlos

sábado, 24 de noviembre de 2007

El loro


Un hombre a su loro:
-¡Como no te calles, te meto en la nevera!
El loro sigue cantando y el hombre lo mete en la nevera.
Y el loro canta:
-Navidad,Navidad...
Y así hasta que el hombre se harta y le dice:
-¡O te callas o te mato!
El loro sigue cantando y lo mata.Entonces,el loro resucita y canta:
-Devuélveme la vida que me la has quitao...

sábado, 17 de noviembre de 2007

El pescadero

El pescadero grita:

-¡Pescadilla viva!

Y las mujeres gritan:

¡Viiiiiiiiivvvvvvvvvaaaaaaa¡

Javier

viernes, 16 de noviembre de 2007

Un maestro tragón

Le dice el niño al padre:

- Ayer mi maestro se comió treinta hamburguesas y diez refrescos.

- Me gustaría conocer a tu maestro -dijo el padre.

- Pues date prisa, porque lo entierran mañana -dijo el niño.
Carlos

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El príncipe raro




Érase una vez
un príncipe tan raro, tan raro,
que rescató a un troll y se casaron.
Juan Manuel

La niña caprichosa


Había una vez una niña que tenía poderes mágicos, y abusaba de ellos.
Un día pensó que desaparecieran todas las personas y todas las cosas.
Se quedó sola, sin su familia, sin comida y sin ropa.
En ese momento, pensó: quiero que vuelva todo a la normalidad y quedarme sin poderes, porque no sé cómo utilizarlos.
Pablo

El cumpleaños de Rebeca



Este día era el mejor del mundo para Rebeca, era su cumpleaños.
Prepararon sandwiches, tarta y refrescos.
Se lo comieron todo y se lo pasaron genial.
Nazaret

Un conejo al que le crecían los dientes

Érase una vez un conejo llamado Orejitas, al que le crecían mucho los dientes. Un día por la mañana decidí llamarle Ronaldinho pero surgió una cosa, que mi conejo no era del Barca, era del Madrid; entonces le puse como ya os dije antes Orejitas. A él, el jugador que más le gusta es Sergio Ramos, pero también Raúl, Casillas, Van Nistelrooy…

Un sábado por la tarde-noche, estaban jugando el Madrid contra el Barca. Entonces decidí llevarme a Orejitas al salón a ver el fútbol para ver qué hacía. Le senté en el sofá al lado mío y de mi madre con un paño debajo para que no manchase el sofá.


Después de que pasara un rato, Sergio Ramos hizo una jugada, después le pasó el balón a Van Nistelrooy para que marcase un gol, pero se lo paró Valdés.


Al final Sergio Ramos marcó un gol gracias al pase de Van Nistelrooy, y mi conejo se alegró porque marcó su ídolo.

Irene

domingo, 4 de noviembre de 2007

Consumopolis 3

Había una vez un grupo de niñas que querían participar en un concurso de consumo.
Se llamaban Las Niñas Culé.
Al principio iban muy bien, pero después nadie hacía nada y al final perdieron el concurso.

miércoles, 31 de octubre de 2007

El esqueleto bailarín


Erasé una vez una niña que construyó un esqueleto pieza a pieza.

Una vez acabado, de pronto el esqueleto, llamado Sabiondo, comenzó a bailar.

Y tanto bailó, bailó, bailó, que sus huesos, uno a uno, se fueron cayendo hasta que al final era solo un montón de huesos.
Irene

martes, 30 de octubre de 2007

Manías


Tras casi cuarenta años de hablar sólo por correo electrónico, los amantes decidieron encontrarse en vivo.

Era hermoso verles: se sonreían sentados en un bar sin dirigirse la palabra, tan solo escribiendo papeles a mano y pasándoselos entre ellos.
Nacho

lunes, 29 de octubre de 2007

El vagabundo agradecido

Érase una vez un vagabundo hambriento.

Un día en la calle pasó un niño,

le dio pena de él

y le trajo un bocadillo y una

botella de vino.


El hombre, agradecido,

le dio un cuaderno

con unas historias que había escrito.


El niño las escribió en un libro

y fue el libro más leído del mundo.

Belén

El niño que quería ser popular


Érase una vez un niño que sólo daba volteretas y brincos para hacerse popular.

Un día su madre le dijo que dejase de saltar para hacerse el popular o se haría daño.

Tres días después se rompió una pierna y se dio cuenta de que siempre debía hacerle caso a su madre.
Carlos

El rotulador y el bolígrafo

Érase una vez un rotulador y un bolígrafo que se pasaban la vida discutiendo sobre quién haría la línea más larga.

Tanto discutían que un día se pusieron a demostrarlo.

Cuando terminaron descubrieron que no les había servido para nada, porque se quedaron sin tinta y acabaron en la basura.
Sergio

El elefante


Érase un elefante que quería tener una novia.

Había una elefanta que estaba soltera. El elefante era muy tímido y le costó pedírselo.

Se lo pidió, se casaron y tuvieron un hijo.
Alejo

El niño llorón

Había una vez un niño muy llorón que lloraba por tonterías.

Una vez un amigo suyo habló con él y le dijo que no hay que llorar por tonterías, sino por las cosas que verdaderamente son importantes.

Desde entonces el niño nunca llora.
Gloria

domingo, 28 de octubre de 2007

El caracol



Érase una vez un caracol que era el más lento de su grupo.

Pero un día se le ocurrió que ir encima de su amigo el sapo le haría más rápido.

Un día lo probaron y el caracol acabó llorando.
Eva

El unicornio


Un unicornio blanco y malva galopaba

por el campo.

Se puso a comer hierba
pero su cuerno no le dejaba,
así que se lo despegó.

Y desde entonces es
un caballo blanco y malva.
Eva

La amapola



Érase una vez una amapola
que no se abría ni de noche ni de día.

Cuando su dueño se dio cuenta
cogió la planta y la tiró
de cabeza a la basura.
Eva

El papel mágico

Érase una vez una familia pobre que vivía en una montaña en la que hacía muchísimo frío.
Un día, Virginia, la hija menor, estaba bajando por la ladera de la montaña y se encontró un papel.
A Virginia le encantaba dibujar, por eso, arregló el papel con cinta aislante, y antes de que le diera tiempo a dibujar, el papel le dio las gracias y le dijo que por haberle ayudado le concedería dos deseos.
Virginia dibujó una casa caliente y lujosa, y sus deseos se cumplieron.
Mª Cristina

sábado, 27 de octubre de 2007

El dragón

Había una vez un niño que tenía un dragón, un día salió a jugar con él a la calle y se le perdió.

Al día siguiente fue a llamar a sus amigos y les dijo que si habían visto a su dragón y sus amigos le dijeron que no.

Al cabo de unos días vio algo detrás de un coche, fue a verlo pero no era su dragón. Le entró mucha pena porque era uno de sus juguetes preferidos.
Un día el niño le dijo a sus padres que se le había perdido el dragón, no se lo había dicho antes porque se lo habían regalado ellos una vez que estuvo enfermo y sus padres le tenían mucho cariño al juguete, pero ahora tenía
que decírselo.

Pasó el tiempo y no se encontró, pero el niño no pasaba un día en el que no pensara en su querido dragón y en su interior nunca perdía la esperanza de que un día aparecería en donde fuese, se sentía muy triste y deseaba con
fuerzas volver a tenerlo con él.

Los padres viendo su tristeza le compraron otro igual y el niño se lo agradeció a sus padres pero pidió que lo devolvieran puesto que él quería el suyo porque este se lo compraron para sustituir al otro que se había perdido, pero el otro tenía el significado de que se lo habían regalado por estar enfermo.

Llevaba desde chico con él y le tenía cariño.

A las tres semanas fueron a ver a unos tíos suyos que no veía muy a menudo porque vivían muy lejos.

Después de llevar tan sólo diez minutos en casa de sus tíos le dijo su tía:


-¡Ah! Álvaro, tu primo se trajo el otro día cuando estuvimos en tu casa tu dragón entre sus juguetes sin darse cuenta y te lo he guardado dentro del mueble para que no se perdiera porque sé que le tienes mucho afecto y no quería que tu primo, siendo tan pequeño pudiera rompértelo, aquí tienes.


El niño cogió su dragón entre sus brazos y rió alegremente dándole un gran beso a su tía por lo feliz que era en esos momentos.
Desde aquel día nunca se separó de él y nunca más volvió a perderlo de vista cuando salía a la calle y tampoco cuando venía su primo a visitarles.

Abraham

Un osito de peluche de verdad

Érase una vez una niña que estaba sola porque había tenido un hermano y su madre y su padre no le hacían caso porque tenían que cuidar del hermano.

La niña entró en su habitación, cogió un oso de peluche y de repente se convirtió en un oso de verdad.

El oso era muy cariñoso y la niña ya no estaba sola, ya tenía un amigo de verdad.
Nuria

La luz matamoscas

Érase una vez una luz.
a la que cada mosca que se le acercaba, moría.
Un día se unieron todas las moscas
y votaron para que a aquella luz se la llamase "la luz del suicidio".
Berta

jueves, 25 de octubre de 2007

El libro

Érase una vez un libro que estaba triste porque su dueño no lo leía.

Un día el dueño se lo llevó a la biblioteca y lo dejó allí.

Todos los niños de la biblioteca querían cogerlo y el libro no volvió a estar triste.

Javi


martes, 23 de octubre de 2007

La mosca


Había una vez una mosca en una habitación.
Un niño se hartó de ella,
cogió un matamoscas y la mató.
Andrea

lunes, 22 de octubre de 2007

Una historia de miedo para mi nieto

Un día Mike le contó una historia de miedo a su nieto que era así:

Cuando Mike era pequeño vivía en un pueblo en los alrededores de Madrid y todas las tardes, además de jugar siempre iba a ver la tele del bar de su padre en la que casi siempre echaban películas de miedo en las que habían desapariciones en ferias. Pero lo que a él verdaderamente le llamaba la atención era la noria.

Poco después de ver esas películas fue a Madrid a la boda de su tía Mariana. Cuando estaba llegando vio a lo lejos una gran noria y preguntó si podrían ir a ella antes que a la boda, puesto que la celebración era por la noche. Al momento de llegar allí un hombre con pinta de loco les dijo que estaba averiada.

Después de estar toda la tarde buscando a un mecánico para arreglar la noria su padre les dijo que era hora de irse a la boda. Cuando iban entrando a la iglesia se dio cuenta que en el coche del novio había un cartel en el que decía que era mecánico.

Al finalizar la boda le preguntó al novio si podría arreglar la noria y le dijo que después iría a echarle un vistazo.

Al llegar a la feria todos empezaron a montarse en las atracciones mientras el novio arreglaba la noria. Pasado el tiempo se dieron cuenta de que desde que el novio entró en la caseta de la maquinaria de la noria no había aparecido. Al momento todos empezaron a buscarle.

Poco a poco iba desapareciendo más gente. Entonces Mike se dio cuenta de que la última vez que vio la puerta de la maquinaria, estaba cerrada. Al final se decidió a entrar, vio al novio y a toda la gente que había desaparecido. Entonces observó que la puerta se cerraba y que el hombre con pinta de loco iba hacía él. En ese momento se armó de valor y se dirigió hacia el hombre e intentó empujarlo, pero el hombre lo esquivó. Gracias a que el suelo estaba mojado se resbaló y mientras caía se golpeó con un palo en la cabeza y Mike los salvó a todos.

Desde aquel día su nieto tuvo varias pesadillas por temor a que le pasase lo mismo en la feria.

Carlos

sábado, 20 de octubre de 2007

Caperucita Dorada

Érase una vez una niña llamada Noelia, a la que llamaban Caperucita Dorada. Iba una vez por semana a ver a su abuela. Un día llegó a casa de su abuela y vio toda la casa llena de dinero, lo metió en su mochila y se fue, comiéndose el pastel que era para su abuela.

Exclamaba por el camino:

- ¡Soy rica!

Cuando llegó a su casa, metió la mochila debajo de la cama. Al día siguiente, su madre, fregando la habitación, se resbaló y se hizo mucho daño. En ese momento, se fueron al médico, quien le dijo:

- Usted se ha roto la tibia y el peroné.

La madre le dijo que no tenía seguridad social, la niña saltó diciendo que tenía dinero ahorrado.

La madre le preguntó:

- ¿De dónde lo has sacado?

- Llevo ahorrándolo toda la vida -dijo la niña.

Al cabo de tres meses, la madre, fregando la habitación de Noelia, se encontró la mochila con el dinero dentro.

Cuando llegó Caperucita Dorada del colegio, entrando por la puerta, se encuentra un guantazo.

La niña le preguntó a su madre:

- ¿Por qué me pegas?

- ¿Por qué le has robado el dinero a tu abuela?

- ¿Cómo lo sabes? -preguntó la niña.

- Porque tiene el nombre grabado en los billetes –le dijo la madre.- Este dinero se lo devolvemos a tu abuela y tú, jovencita, estás castigada todo el año.

Y colorín dorado este cuento se ha acabado.

Pablo

viernes, 19 de octubre de 2007

Pollo, el rapero

Había una vez un agapornis llamado Kiwi que desde su nacimiento quería ser rapero. Era delgado y con muy buena forma física, ya que hacía ejercicio diariamente. Desde que tuvo edad para vestirse como él verdaderamente quería, siempre llevó una gorra negra y una camiseta muy ancha de color rojo, que tenía en medio una P de color negro. Él siempre quiso que su nombre artístico fuera ''Pollo, el rapero''.
En el colegio siempre estaba ideando canciones para sus futuros discos, pero, a pesar de su distracción él siempre fue un buen estudiante.
Kiwi siguió creciendo, pero ya hacía 2º de bachillerato y no tenía ni idea de qué podía estudiar; no había ninguna carrera que enseñara rap y él estaba convencido de cumplir su sueño: llegar a ser un famoso rapero, el mejor del mundo.
Pensó y pensó hasta que llegó a la conclusión de que tenía que hacerse publicidad por todo el mundo para atraer la atención de los productores y del público. Así que hizo muchos posters y los colgó por toda su ciudad, pero esto no bastaría y llamó a todos los amigos que tenía viviendo en otras ciudades, países o incluso en otros continentes y les dijo que hicieran lo mismo que él con la esperanza de que alguien se interesara y lo llamara para trabajar en algún disco.
Nadie podría imaginarse la felicidad que sintió Kiwi al coger el teléfono y descubrir que era uno de los productores con más prestigio de toda Europa. Aunque, tuviera que viajar a las Islas Británicas y dejar sus estudios, esto a él no le importaba ya que se iba por algo que verdaderamente deseaba.

Pasaron unas semanas antes de que se fuera, pero por fin era el gran día, faltaba sólo una hora y estaba revisando su maleta, se ausentaría por cuatro meses.

El barco ya estaba allí, esperando a que los pasajeros se montaran. Kiwi ya estaba en él hacía un rato. Oyó unos gritos, después un ruido muy fuerte, y tras este, el barco empezó a moverse. Todo el mundo decía adiós a sus familiares y a sus amigos, y él también lo hacía.

Ya había estado mucho tiempo en aquel barco y quería bajar, a todos los que preguntaba le decían que faltaba poco, pero él empezaba a impacientarse. De repente, el barco se movió bruscamente, y todo el mundo cayó al suelo. ¡Pum! otro movimiento, y aún más fuerte que el anterior. Al tercer movimiento dos personas cayeron por la borda y antes de que les diera tiempo a caer al agua, salió un gran tiburón y se los comió.
Todo el mundo estaba aterrorizado y todos creían que ese tiburón sería lo último que verían en su vida, algunos hasta se tiraban al agua. Los agapornis no podían volar si estaban angustiados, desesperados, y muertos de miedo, y en aquella situación todos lo estaban.

El tiburón no tardó en destruir el barco, pero Kiwi aún tenía esperanzas. Respiró hondo, intentó tranquilizarse y puso toda su atención en volar, sólo pensaba en volar. Pero, Kiwi sabía que era imposible despegar desde el agua. El tiburón iba hacía él, estaba muy cerca, pero él mantenía la calma. Cuando estuvieron casi pegados Kiwi saltó sobre el tiburón, y rápidamente pensó en volar, sólo quería volar. El tiburón se movía con tanta rapidez que Kiwi se cayó, pero justo en el momento que iba a tocar de nuevo el agua, echó a volar.
Desde arriba gritó rápidamente a los agapornis lo que había hecho, y todos repitieron sus pasos. Aunque a algunos les costó, todos lo consiguieron. Cuando el tiburón se rindió y se fue todos volaron hacía donde el barco debería haberlos llevado.

Llegaron al puerto muy cansados y en cuanto tocaron tierra por primera vez en mucho tiempo tuvieron que llevarlos a una sala en la que pudieran sentarse. Después de un rato todos se habían ido, pero Kiwi aún estaba esperando. Por fin llegó una persona preguntando por él, era el productor, era rubio, delgado, y muy alto. Parecía simpático, aunque no tenía por qué serlo.


Pasaron cuatro meses y Kiwi volvía a casa, pero esta vez en avión, aunque, no era precisamente un avión público, sino un avión privado que compró con su propio dinero, y además ahora era conocido por más de medio mundo con el nombre de Pollo, el rapero.

Su sueño se había hecho realidad, era famoso. Su éxito era un enigma para todo el mundo, nadie sabía cómo se hizo tan famoso en cuatro meses, pero eso a él no le importaba, el sólo sabía que era una estrella del rap.
Mª Cristina Pineda Huertas.

Pío Pin y sus amigos

Hace mucho tiempo, un pájaro que vivía en un bosque quería de mayor ser mensajero para enviar cosas importantes.
Cuando fue mayor envió una solicitud para ser mensajero, al cabo de dos meses le dijeron que era mensajero, pero tenía que ir hasta la otra punta del bosque a trabajar.
Inició su camino al día siguiente. Al principio todo era muy fácil, tenía que ir hacia el norte, pero cuando llevó un rato volando se perdió. Iba a preguntar a alguien para que le ayudase, y se encontró con un topo y le dijo:
-¿Cómo te llamas?
Y el topo le respondió
-Soy Top Topín.
-Me puedes indicar hacia dónde esta el norte? - dijo Pío pin.
-Sí, hacia allí -respondió Top Topín.
–Gracias, ¿quieres venir conmigo? voy hasta la otra punta del bosque para ser mensajero- dijo Pío Pin.
–Vale- dijo Top Topín.
Top Topín se puso a la espalda de Pío Pin y empezaron su viaje, cada vez había más zarzas y más árboles. Luego se pararon donde estaba una ardilla para saber si iban en buena dirección. Entonces Pío Pin le preguntó:
-¿Cómo te llamas?-
Y la ardilla le respondió:
- Soy Ardi Ardilla.
-Hola Ardi Ardilla, soy Pío Pin y este es mi amigo Top Topín, ¿sabes si voy hacia el norte? -dijo Pío Pin.
-No, vais al Este, si queréis os acompaño -dijo Ardi Ardilla.
-Vale -le respondieron Pío Pin y Top Topín.
-Ah, pero antes tenéis que saber que hay un halcón que se llama Halco Halconerius, está en el norte y va contra todos los animales que van hacia allí -dijo Ardi Ardilla.
-¿Y es muy fuerte? -preguntaron temblando Pío pin y Top Topín.
-Si -dijo Ardi Ardilla.
–Uhh -respondieron temblando Pío Pin y Top Topín.
Y Pío Pin, Top Topín y Ardi Ardilla se fueron hacia el norte.
Luego llegaron a la zona donde estaba Halco Halconerius y Ardi Ardilla dijo:
-Vamos por abajo, andando por el suelo, en silencio para que Halco Halconerius no nos vea.
-¿Pero los Halcones no ven muy bien desde lejos? -dijo Pío Pin.
–Por eso he dicho que vayamos en silencio -dijo Ardi Ardilla.
Fueron en silencio, pero Ardi Ardilla vio una bellota y no pudo resistirse y se fue corriendo a por ella. Entonces, como hizo ruido, Halco Halconerius los vio y bajó en picado a por Ardi Ardilla, que estaba distraída con la bellota. Pero Top Topín fue más rápido y apartó a Ardi Ardilla. Entonces fue Pío Pin y se los llevo volando. Halco Halconerius les estaba persiguiendo todo el rato a poca distancia, estaban todo el rato dando vueltas por el bosque cuando Pío Pin dijo:
-¿Y si llamamos al águila policía Algui Alguilius?
-Buena idea- dijeron Top Topín y Ardi Ardilla.
Y Pío Pin salió volando hasta donde estaba Algui Alguilius, que por suerte era donde iba a trabajar Pío Pin.
Llegaron allí y le dijeron a Algui Alguilius que les estaba persiguiendo Halco Halconerius y Halco Halconerius no volvió a molestar a nadie.
Luego Pío Pin le dijo al señor del lugar donde iba a trabajar:
-Señor soy Pío Pin y vengo a trabajar.
-No me digas señor, dime Ciüi Cigüeña y sí puedes trabajar.
-Genial, pero, ¿pueden trabajar mis amigos conmigo? -dijo Pío Pin.
-Claro- respondió Cigüi Cigüeña.
Y vivieron felices y comieron perdices.
Javier Sánchez

jueves, 18 de octubre de 2007

Javier y las flores mágicas

El chico de esta historia se llama Javier, que siempre tenía la costumbre de regar a diario sus plantas del jardín.
Crecían grandes flores con enormes pétalos y un intenso aroma. Estas flores tenían una gran diferencia con las demás flores, esto es porque cuando alguien las miraba cambiaban de color según el estado de ánimo de quien las mire.
Así, pasaban del rojo alegría al gris tristeza, del vivo amarillo al marrón tranquilo. Pero tenían una única cosa mala, que quien se pusiera delante de la flor y estuviera pensando algo malo, le pasaría una catástrofe al dueño, en este caso a Javier.


Un día, su vecino Alberto, que era muy envidioso, siempre miraba a Javier cómo regaba sus plantas. Entonces cuando Javier se fue a la calle a dar un paseo, el vecino que tenía las llaves de su casa que se las había dado la madre Javier por si alguna vez se las dejaban dentro, entró en la casa, se fue al jardín y se fue donde estaban las plantas, pero pensó: si las cojo ahora cuando venga Javier se dará cuenta. Decidió que se la robaría por la noche, entonces, como estaba delante de la flor, pronto le pasaría algo malo a Javier.
Antes de llegar a casa, cuando estaba de vuelta, unos ladrones le secuestraron.
Cuando pasaron veinte minutos sus padres llegaron de trabajar y se preocuparon un poco. Pasaron cuarenta minutos más y llamaron a Óscar , su amigo, pero decía que no sabía dónde estaba. Llegaron a comisaría los padres, y les dijeron a los policías que su hijo había desaparecido.
Javier sospechaba que alguien seguro que había estado delante de la flores; pero esas plantas tienen unas semillas especiales que si las metías en una hoja de rosal pedías un deseo y se te cumplía.
Entonces tenía que ir al parque de los rosales para coger una hoja. Cuando eran las nueve de la tarde (que lo habían secuestrado a las ocho) estaban en los aparcamientos de la tienda de música de las afueras, se durmieron en el coche del secuestro y él estaba atrás en el maletero atado; uno de los que estaban atrás en el asiento trasero tenía el móvil en el apartado de la puerta del coche. Con un palo intentaba cogerlo por una cuerdita que tenía el móvil. Cuando lo consiguió llamó a Óscar que urgentemente cogiera una hoja de un rosal y la trajera a la tienda de instrumentos de las afueras de la ciudad y que le dejara la hoja en puerta.
Cuando se despertaron los secuestradores, iban a seguir el camino pero Javier dijo que si podía entrar en el servicio de la tienda de música, entonces cogió la hoja y dijo que ya no tenía ganas de ir al servicio.

Entonces se metieron en el coche y lo llevaron al maletero; cogió su semilla del bolsillo (que siempre llevaba una), la apretó con la hoja de rosal y pidió el deseo, que volviese a su casa.

Eva Palma Gordillo

Los cuatro hermanos

Un leñador tenía 4 hijos. Cuando se hicieron mayores decidieron y a buscar trabajo. Se despidieron de su padre y se marcharon cada uno por un camino.
Andrés el mayor, caminó todo el día, por la noche encontró una cabaña y paso allí la noche. Al día siguiente Andrés le dijo al hombre que si podía trabajar para él y el hombre le respondió:
-Si quieres puedes quedarte, pero soy ladrón, si te quedas tendrás que ayudarme.
Andrés aceptó.
El segundo hijo, llamado Tomás, buscó refugio en otra casita, en la que le recibió un anciano. Tomas dijo:
-Por favor ,¿puedo quedarme aquí y ayudarle en su oficio?
El anciano dijo:
-Sí puedes quedarte. Ah, por cierto, soy astrónomo.
Pronto Tomás comenzó a ver cosas que su maestro no podía ver.
Mario, el tercero, también buscó refugio, vio una mansión y se dirigió hacia ella, le abrió la puerta un hombre fuerte. Mario le preguntó:
-¿Puedo quedarme aquí y ayudarle en su oficio?
A lo que el hombre respondió:
-Vale, soy cazador.
Mario progresó tanto que superó a su maestro.
Y Luis, el cuarto, entró de ayudante en una sastrería, la sastrería nunca había tenido tanto éxito, como cuando llegó Luis.
El 12 de enero de un año decidieron volver a casa para visitar a su padre.
El padre dijo:
-Muy bien cada uno ha aprendido un oficio distinto, es hora de probarlos todos, mañana al amanecer los probaremos.
Llego el día de probar los oficios. El padre dijo:
- Tomás, dime cuántos huevos hay en la rama de aquel arbol.
- Cinco -respondió Tomas sin dudarlo ni un instante.
El padre dijo:
-Andrés, retira los huevos del nido sin que el pájaro que los vigila se dé cuenta.
Andrés lo consiguió.
El padre puso los huevos en una mesa y dijo:
-Mario destruye de un tiro todos los huevos.
Mario lo consiguió.
Y al final el padre dijo:
-Luis, cose los huevos de forma que parezca que no han sido tocados.
Luis lo consiguió.
El padre dijo:
-Hijos, todos habéis hecho bien vuestros oficios, continuad en busca de fortuna.
Los hijos volvieron a marchar y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Andrea

miércoles, 17 de octubre de 2007

La foca Roberta

Mamá foca estaba muy contenta, su bebé estaba a punto de nacer.

Fue un bebé pequeñito y blanco que cuando nació todos le querían. Su papá quería enseñarle a nadar y a cazar.

Cuando Roberta, que así se llamaba la foca, fue lo suficientemente grande su papá la llevó por primera vez a nadar; pero cuando Roberta vio el agua se asustó y se escondió detrás de una roca.

Sus padres estaban decepcionados y sus amigos ya no se querían juntar con ella por eso. Entonces decidió irse de casa, por el camino se encontró con un león marino llamado Juan y con un pez llamado Andrés. Le preguntaron a Roberta que qué le pasaba y ella les contó todo. Entonces decidieron ayudarle.

Estuvieron mucho tiempo ayudándole, pero al final lo consiguieron. Entonces Roberta decidió volver a casa.

Se lo enseñó a sus padres y se quedaron muy contentos. Luego a sus amigos, que quedaron asombrados y a partir de ahí se empezaron a juntar con ella y ya nunca se separaron.

Cristina López